El autor

Autorretrato
Autorretrato
EL AUTOR

José Garnelo y Alda (1866-1944) fue una figura fundamental de la pintura en una etapa de profundos cambios a todos los niveles, que resultaron determinantes para promover nuevos posicionamientos en la plástica, que propiciarían finalmente la incorporación del concepto de vanguardia. Educado en el desenvolvimiento de lo que se ha venido a denominar Pintura de Historia, José Garnelo adoptó una disposición receptiva —y al tiempo reflexiva— respecto a los nuevos planteamientos artísticos, suscitando con su actitud el advenimiento de importantes innovaciones en el dominio del arte. Pretendió aunar en una síntesis magistral aquellos valores que a su juicio debían ser considerados imperecederos, socavados de «lo antiguo”, con otros necesarios planteamientos revitalizadores, que para él constituían la esencia de “lo nuevo”. Su constante compromiso le llevó a desplegar una fértil e incansable labor como formador de sucesivas generaciones de artistas, que pusieron en desarrollo muchos de los planteamientos teóricos y prácticos que él mismo les inculcaba, y que llevaron a sus propios discípulos —como concurrió en el caso de Picasso— a fundamentar las páginas más fecundas y trascendentes de la pintura contemporánea. Sin embargo, siempre tuvo presente Garnelo el débito humanista, y como él mismo escribiera: «la naturaleza será siempre la madre de toda expresión artística; ella, la que nos rodea y a quien pertenecemos, es la que aporta al caudal del artista los elementos de verdad, emoción y armonía, los tres aspectos sustantivos de la belleza, fin supremo del arte.»

Impartió docencia en las Escuelas Superiores de Bellas Artes de mayor solvencia en España; conoció personalmente a los autores más destacados de la vanguardia de su época, circunstancia que le posibilitó estar puntualmente informado acerca de las últimas tendencias artísticas; viajó incansablemente por Europa, visitando sus más bellas ciudades, estudiando minuciosamente el contenido de sus más célebres museos; renovó con sus nuevos planteamientos pedagógicos la docencia artística, incentivando el estudio de la figura en movimiento y la práctica del dibujo de memoria, en detrimento de los sistemas convencionales basados en la mímesis, aplicada a la estatuaria clásica.

Fue un pintor cosmopolita, incansable viajero, activo académico, educador infatigable desde su cátedra en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando; escritor profundamente comprometido con la defensa del patrimonio artístico; divulgador de temas histórico-artísticos; promotor de incipientes proyectos editoriales focalizados hacia el mundo del arte; lector infatigable, cuya completa formación le posibilitaba una amplitud de miras poco frecuente entre los artistas de su generación.

Entre sus numerosas distinciones destacan dos Primeras Medallas, obtenidas en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de los años 1892 y 1901, dos Segundas Medallas, otorgadas en las convocatorias de 1887 y 1890, la Medalla de Oro de la Exposición Universal de Chicago del año 1893, y la Mención de Honor lograda en el Salón de París, en 1896. Fue pensionado de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, Académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Subdirector del Museo del Prado y Pintor de la Corona. Igualmente fue condecorado con los nombramientos de Oficial de la Orden de Leopoldo II de Bélgica, Comendador de Número de la Orden de Alfonso XII, Caballero de la Real Orden de Carlos III y de la Legión de Honor francesa.

Su obra, celebrada y galardonada en exposiciones nacionales y extranjeras, puede admirarse en museos e instituciones de Europa y América, como exponentes de la honestidad con que supo vertebrar su trabajo, de la coherencia alcanzada en su propia expresión artística, y del reconocido prestigio que alcanzó su producción.

Uno de los más gratificantes corolarios para la vida de un artista es que pueda quedar recopilada una gran parte de su producción en un espacio expositivo unitario, bajo la fórmula constitutiva de museo, y es ésta también la mejor oportunidad para conocer una obra antes dispersa o integrada en colecciones particulares, de difícil acceso, desde donde poco o nada se hacía para preservar la memoria de este gran artista. El Museo Garnelo quedó instituido oficialmente el día 18 de diciembre de 2000, con la generosa aportación de coleccionistas privados y herederos del maestro, como resultado de una convergencia de voluntades entre el coleccionismo privado y las instituciones públicas. Se crea por iniciativa de la ciudad de Montilla, a través de su Corporación Municipal, como reconocimiento público de admiración hacia el montillano de crianza, adopción y vocación que fue José Garnelo, quien finalmente ha podido ver reconocido en esta tierra que tanto amó —y en donde reposan sus restos, por voluntad propia—, su lugar de privilegio en la Historia del Arte. En este magnífico entorno de la Casa de las Aguas el espectador dispone de una ocasión única para contemplar una completa panorámica de las distintas etapas artísticas del pintor, con inclusión de una buena selección de algunas de sus más destacadas obras maestras. En las diferentes salas que integran el museo se encuentran bien representadas sus diferentes vertientes programáticas: la pintura de historia, la mitológica, la faceta religiosa, sus meditados bocetos para acometer aquellas dificultosas composiciones murales; obras de temática animalista, paisajes, pintura de género y costumbrista, retratos… hasta los atrevimientos más intimistas, desplegados mediante sus innovadoras propuestas creativas activadas desde los recursos de la memoria, o bajo la fórmula del apunte tomado directamente del natural.

Sin duda, el visitante podrá estimar aquí con justeza la amplitud de una vida de trabajo y dedicación a las artes, integrada ahora como museo nominal dedicado a la memoria del artista.